Francesco Supriani
Descubrir la música de Supriani ha sido tremendamente importante para mí por muchos motivos. Por un lado, me siento identificado con la que fue su vida musical, puesto que yo también he iniciado mi vida laboral como músico en Barcelona, tal como hizo él hace 306 años. Por otro lado, conocer su obra y su música además me ha servido como primer paso hacia la investigación que es y será objeto de mi tesis doctoral durante los próximos años: El violoncello en España en el siglo XVIII. El primer documento español en que encontramos el término italiano “violoncello” (en lugar de otros genéricos como “violón”, “violone” o “baxo”) es el propio legajo en el que aparece reflejada la contratación de Supriano para la Capilla Real de Barcelona. Además, desde que encontré sus 12 toccatas no he dejado de tocar su música, tanto como parte del repertorio con mi grupo ATRIUM ensemble, como en mis recitales de violoncello solo.
Por todos estos motivos, me parece lo más indicado comenzar éste blog hablando de la figura de Francesco Supriani como primera parada de éste viaje que espero que me lleve por todo lo largo y ancho de éste país para redescubrir el violoncello en España en el siglo XVIII.
Poco se ha escrito sobre la vida y la obra de Francesco Supriani (también conocido como Supriano, Scipriano o Scipriani), pero podría ser considerado uno de los padres del violoncello en sus orígenes italianos y uno de los artífices de la aparición de un repertorio solista, desligándose del acompañamiento de cantantes e instrumentos melódicos.
Nacido en Conversano el 11 de julio de 1678, probablemente fue en aquella ciudad donde comenzó sus estudios musicales aunque, años más tarde, se trasladó a Nápoles donde contrajo matrimonio con la cantante Margherita Mencherelli en 1707. Al año siguiente fue nombrado primer violoncello de la Real Capilla de Barcelona, recientemente fundada por el violinista Giuseppe Porsile para el Archiduque Carlos de Austria. Tras dos años a su servicio, Supriani regresó a Nápoles en 1710 incorporándose a la Real Capella, hasta el año 1730, donde compartió música y sección con uno de los grandes violoncellistas del lugar, Francesco Alborea, y siendo uno de los músicos con los que habitualmente tocaba Alessandro Scarlatti. Tras su servicio en dicha corte, se retiró, manteniendo su sueldo como jubilación, aunque se le permitía tocar en ocasiones consideradas solemnes. Francesco Paolo Supriano falleció en Nápoles el 28 de Agosto de 1753.
Sus obras para violoncello son muy interesantes por el valor pedagógico y por la información que arroja sobre las posibilidades técnicas del instrumento. Por un lado, su “Principij da imparare à suonare il Violoncello" debe considerarse, hasta la fecha, el primer documento didáctico a cerca del violoncello. Se trata de sencillas indicaciones, posiblemente más dedicadas a la enseñanza del solfeo que a la técnica instrumental, pero tras los cuales encontramos algunos ejercicios, seguidos de las “12 toccatas per violoncello solo”.
El caso de las 12 toccatas es especialmente curioso por varios motivos: primero porque es el único en el que la forma tocata es aplicada a una obra para violoncello. Por otro lado, se trata de música que, aunque de sencilla factura, es de calidad muy elevada. Y finalmente y quizás el dato más importante, es que, el propio Supriani añadió más adelante una línea de bajo continuo a estas toccatas y dejó escritas difíciles diminuciones de principio a fin y en cada uno de los compases para todas ellas. Ambas partes estén presentes en una segunda versión de la partitura, ofreciendo un carácter pedagógico absoluto, ya que toda persona puede observar cómo ornamentar cualquier pasaje con éste sistema tal y como Supriani lo hacía.
Por otro lado, existe otra obra que ha sido considerada un estudio para violoncello, pero posiblemente este título fue decidido por algún bibliotecario en alguna época posterior. Se trata de tres pequeñas obras, dos de ellas de alta dificultad y de complicado digitado por la velocidad de la pieza, la cual queda perfectamente demostrado con la obra central que lleva la indicación de “Senza prescia” (sin prisa) y que concluye en un Largo cadencial, a modo de recitativo.
© Guillermo Turina
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